El infinito en un junco es el libro ganador del Premio Nacional de Ensayo en España, en el 2020. Su autora es la filóloga y escritora española, Irene Vallejo. Dicho ensayo trata sobre la historia de los libros y las letras que es, en esencia, la historia de todos nosotros. Habla de los mitos ancestrales orales que nos ayudaban a entender el mundo, de nuestras pasiones, guerras, bondades y crueldades. Nos expone la necesidad de inmortalidad del ser humano que está revelada en su literatura, ese pedazo de eternidad que nos esforzamos por mantener a salvo de la censura y el exterminio, porque un libro puede salvarnos la vida metafórica y literalmente también. He aprendido de él cosas tan curiosas como que en el Imperio romano una gran parte de los esclavos eran más cultos que sus verdugos, ya que estos eran griegos, pueblo culturalmente superior que inspiró a los romanos a emular y dar continuidad a su legado arrebatado. Debido a sus conocimientos y en su condición de esclavitud, los griegos, desempeñaban trabajos que hoy consideramos de prestigio: maestros, administradores, traductores, médicos, etc.
Por otra parte, conocí que la actividad de leer en silencio y de forma individual, la empezamos a ejercer en la Edad Media. Tanto en Grecia como en Roma se creía que al leer, el espíritu del escritor se apoderaba del lector, lo sometía, lo utilizaba como canal de renovación y proliferación de su obra, por dicha razón eran los esclavos quienes les leían a sus amos en voz alta. Por si fuera poco, este ensayo me ha recordado que la esclavitud, la desgracia y la pobreza, no son un mal endémico de los africanos y su diáspora, cosa que en este mundo post colonial uno tiende a olvidar. Desde el principio de los tiempos los pueblos se han conquistado unos a otros, y el principal activo de los imperios eran los esclavos de todas las razas y condiciones. En la antigüedad, nadie estaba exento de caer en desgracia y llevar las cadenas de la servidumbre. En el mundo romano por ejemplo, incluso la élite, si perdía sus bienes, poseía un último recurso que ofrecer: su libertad.
"El infinito en un junco" subraya nuestros fallos como humanidad, pero también nuestros logros. Nos susurra que somos capaces de lo peor, pero también de lo más altruista, y que los libros son nuestro reflejo. Hay personas a las que no les ha gustado porque hace saltos para delante y para atrás en la Historia Universal y no sigue un orden estricto. A mí es precisamente eso lo que me sedujo, pues la autora usa referencias modernas y antiguas para arrojar luz sobre diversos temas. El libro está dividido en dos capítulos. En el primero habla de la antigua Grecia y en el segundo del Imperio romano. Irene Vallejo dentro de cada uno va jugando y exponiendo los argumentos de forma amena. Si tuviera que resumir dicha obra en unas breves frases, serían las siguientes:
- Didáctica y casi poética en su prosa.
- Entrañable.
- Aventurera.
- Repleta de amor por las palabras.
- Crítica.
- Conmovedora.
- Agitadora de conciencias.
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